jueves, 19 de marzo de 2009

“La soja sigue siendo rentable”

Por Alejandro Bercovich

Barsky acaba de editar un libro –La rebelión del campo–, en el que pone una lupa crítica tanto sobre la Casa Rosada como en las entidades rurales.

Osvaldo Barsky, del conicet, derrumba mitos

El experto critica al Gobierno (“Moreno es un francotirador”) y a los ruralistas (“las entidades son anacrónicas”).

Osvaldo Barsky es economista, rosarino, especialista en sociología rural e investigador principal del Conicet. Pese a defender las retenciones móviles, acaba de publicar La rebelión del campo, un libro donde reivindica la pelea de los ruralistas contra la política agropecuaria del Gobierno. En este diálogo con Crítica de la Argentina, reparte palos entre unos y otros. Acusa al kirchnerismo de haber impulsado medidas “caóticas y equivocadas”, critica a las entidades del campo por “anacrónicas” y dice que Guillermo Moreno es “un francotirador que destruyó el rol del Estado en la economía”. También acusa al secretario de Comercio de haber transferido millones de pesos a los molinos y los frigoríficos a costa de los ganaderos. Pero asegura que salvo algunos arrendatarios que pagan caro el alquiler de sus campos, todos los productores de soja ganan plata con las retenciones actuales.

–¿Terminará alguna vez el conflicto con el campo?

–En los últimos meses se viene avanzando en ganadería, lechería y sequía, que son los tres temas más urgentes. Quienes tuvieron sequía son los que peor están, en Chaco y en la provincia de Buenos Aires. Y en ganadería hay un riesgo tremendo: la liquidación de vacas madre. En realidad lo que se está logrando es desmontar las medidas de Moreno y de la ONCCA, que fueron muy nocivas. Pero el Gobierno jamás va a admitir que sus medidas fueron caóticas, desacertadas y anárquicas. Si bien tenían la lógica de rebajar la carne para el mercado interno, no tenían que afectar tanto a las zonas de cría.

–¿Funcionaron al menos?

–Funcionaron en el sentido de abaratar la carne, pero eso a costa de pérdidas demasiado severas para los productores. Los frigoríficos y los molinos no perdieron nada. Recibieron transferencias de ingresos fortísimas. Hubo mucha distorsión, mucha arbitrariedad y no se hizo nada coherente. Pasamos del Instituto de Promoción de la Carne que gastó plata durante dos años para promover las exportaciones a una prohibición lisa y llana de exportar. Y eso tiene que ver con el poder omnímodo de un miembro del Gobierno que no sirve para nada, que es Moreno.

–¿No cree que el Estado deba intervenir en los mercados de alimentos?

–Sí, el Estado sí, pero Moreno no es el Estado. Es un francotirador que acumuló poder sin pensar en ningún momento en el mediano plazo siquiera. Destruyó el INDEC en un momento en que más que nunca es necesario tener buenos datos sobre la economía. Lo que la gente no notó es que mientras se proclamaba el fortalecimiento del Estado, lo que hubo es desmantelamiento. Y las transferencias de dinero que se hicieron no fueron ingenuas. Hay alianzas con sectores agroindustriales que se hicieron y son notorias.

–¿No fueron también demasiado inflexibles las entidades del campo?

–Tienen un problema eterno que es no trabajar en función de un plan agropecuario, sino simplemente resistir medidas del Estado, especialmente las impositivas. Son entidades anacrónicas, sin un programa integral. Tenemos un Estado y unas entidades que no piensan el largo plazo. Y por eso terminamos en un debate casi teológico sobre las retenciones sí o no.

–¿Eso justifica que un solo sector hable prácticamente de voltear al Gobierno?

–Si no llevan adelante ese discurso de guerra, serían barridos por unas bases que sólo reaccionaron a las retenciones móviles como una tercera suba consecutiva de impuestos en seis meses. A cada Moreno le corresponde un (Alfredo) De Angeli. Yo creo que los dos son malos para el campo. De Angeli está cortando hace tres años las rutas contra las papeleras y mucho tampoco logró.

–¿Cuánto debería cobrarse de retenciones?

–Estamos en el mismo nivel de precios internacionales y de costos en dólares que antes de la Resolución 125. Subió algo el dólar, pero también los insumos. Y en ese momento teníamos las mismas retenciones que hoy para trigo y maíz, y la soja pagaba el 27,5 por ciento. Entonces si uno racionalizara la discusión, el rango debería estar entre el 27,5 y el 35 por ciento.

–¿Móviles o fijas?

–Para mí las retenciones móviles son buenas. Pero siempre hay que afinar muy bien la escala. Si (el ex ministro Martín) Lousteau confiesa que pusieron una escala más alta que la que él buscaba porque Moreno presionaba para que se impusiera una fija del 63%, confiesa también su propio error. Tendría que haber estudiado mejor la realidad.

–¿Hoy es rentable la soja o no?

–Depende. Primero hay que ver si el productor arrienda. Hoy el INTA dice que el 40% de la tierra agrícola es arrendada. Ahí dentro están los pequeños arrendatarios pero también las 20 empresas que arriendan entre 30 y 130 mil hectáreas cada una. El otro 60% son propietarios. Con la suba de los precios, el arrendamiento llegó a 22 quintales por hectárea en efectivo. Se hizo carísimo y por eso algunos en la última campaña perdieron como en la guerra. Hoy se están compartiendo más los riesgos. Y la sequía agudizó ese proceso.

–¿Pero todos los arrendatarios pierden plata?

–No. Hoy si usted es arrendatario y llega a un buen acuerdo, puede sembrar y sigue haciendo negocio. Y si es propietario gana seguro.

–O sea que sigue conviniendo la soja a otros cultivos...

–Es que la soja sigue siendo muy ventajosa y rentable. Es una planta muy noble, tolera bien el clima, tiene muy buenos servicios asociados en el país y requiere menos inversión. La gente siembra soja no porque es mala, sino porque es inteligente.

–¿No hay riesgo de ir a un monocultivo?

–No. La soja avanzó pero no a costa de otros cultivos, sino por el avance de las tierras productivas. Se han corrido hacia el norte del país dos millones y medio de hectáreas y también se incorporaron otro millón y medio por el doble cultivo que se habilitó. Otro debate es el del glifosato y el abuso de los agroquímicos. Pero también habría que hacer estudios más serios que los que hacen los ecologistas.

“La nacionalización del comercio exterior se bastardeó”

–¿Sirve nacionalizar el comercio exterior de granos, como amagó hacer el Gobierno?

–Hay que separar lo técnico de lo político. Todos los países civilizados intervienen en esos mercados y (Domingo) Cavallo deshizo la Junta de Granos en forma brutal. Pero acá se iba a hacer desde la AFIP, que no tiene nada que ver con el sector. Y con su titular a la cabeza (Ricardo Echegaray), que ya demostró que no conoce nada del sector.

Yo creo que el debate hay que darlo y, de hecho, la junta antes de disolverse era para defender a los productores. Pero esta vez fue propuesto como un chantaje del Gobierno. Es una forma de bastardear una iniciativa que en otro momento podría haberse discutido mejor. Igual que la producción de carne.

Publicado en Crítica 15/03/09
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